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San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina

miércoles, 15 de julio de 2009

Como ganar la quiniela (historia y presentación del método)

Febrero, Ciudad de Córdoba, Argentina. Son las 4:00 a.m. y viendo que la gran ciudad no nos logra ofrecer nada realmente interesante para hacer, tomamos la más sabia decisión: volver al dpto a terminar de leer (en voz alta, un capítulo cada uno), El jugador de Dostoievski. A medida que se va desarrollando la trama descubrimos que un sentimiento interno se va potenciando en los tres lectores de igual manera… había que salir a buscar un casino.
La sorpresa llegó de la mano de un remisero (que extrañamente respondió cortésmente), indicándonos que habían prohibido las casas de juego en la ciudad capital. El hecho de tener que esperar al día siguiente para ir a conocer Carlos Paz y de paso su casino (¿o a conocer el casino y de paso Carlos Paz?), sirvió para apagar un poco la llama del vicio y encender la de la economía, que llevaría a un debate seguido de una decisión: esperar que salga varias veces un color, y en ese momento, jugarle al otro. La estrategia se basaba en la suposición de que aumentan las posibilidades de que salga el otro (y se sigue basando aún, si el lector es experto en probabilidad y estadísticas, dejar sus datos y comunicarse con quien escribe), por lo que se acordó esperar cuatro veces.
Una vez ahí, nos enteramos de nuestra primera falla en el plan, la jugada mínima al color era de 50 pesos. Luego de la charla correspondiente se llega al común acuerdo de jugar una sola vez, e irse con lo obtenido. Nos acercamos a una mesa (luego de haber consultado previamente donde comprar las fichas, como jugar y demases), y esperamos.
Rojo, rojo, negro, rojo, negro, negro, negro, rojo, rojo, negro, quince minutos, rojo cuatro veces, apuesta de 50 al negro, rojo otra vez… Secuencia fatal que provocaría un sentimiento de frustración matemática y resentimiento que es único para el primerizo.
Claramente la historia no termina aquí, la llama encendida por Dostoievski fue acrecentándose con el tiempo y generó otras tres o cuatro idas al casino con resultadas de la misma índole.
Es ahora cuando quien les escribe, paranoico como es, llega a la conclusión de que el casino (o bien la gente del casino), conspiraba contra él y su método -¿matemáticamente infalible?-, y que por ello, como la llama seguía encendida, decide buscar aplicarlo en otros campos, y es en ese momento donde descubro aquel juego siempre tan ajeno, desconocido, insulso… la quiniela.
Si jugar a un mismo color acrecentaba las probabilidades, entonces, ¿por qué no jugar a un mismo número hasta que salga? Hojas con cálculo, gráficas de no mucha utilidad, ideas, nombres a jugadas, formas de juegos, más ideas, y la quiniela se vuelve una verdadera obsesión, donde al principio no tendría muchos seguidores, pero a la larga (y más con el resultado concreto de la experiencia) lograría convencer a la gente más cercana.
La descripción del método en sí será explicada en detalle en la nota siguiente, me reservo esta nota para contarles el behind the scenes, y para tratar de convencerlos de palabra (sin análisis “matemáticos” aún), de que es posible ganar plata en la quiniela.
Si bien yo llegué a estar 700 pesos arriba en dos meses, y que luego los perdería por gastar el fondo que tenía guardado (y que hubiera necesitado para salvar los 700), conservo vivas pruebas experimentales de la eficacia del juego: dos amigos seguidores del método. Es más, si estás leyendo esto hoy es porque salió el 9, con lo que uno de ellos llega a estar 1400 arriba y, el otro (osado como el solo), tras haberle jugado 1050, hoy está cobrando 7350 pesos, de los cuales 800 son ganancia pura (se entenderá mejor cuando explique el método).
Los que me conocen sabrán que en mi paranoia absurda no quería que la gente se enterase de esto, ahora, ya habiendo pasado por todas las etapas, procedo a hacerlo público y estoy dispuesto a responder a sus consultas, pero claro, no sin recibir a cambio, luego de que el beneficiado tenga sus primeras ganancias, una invitada a una coca.